La oveja negra

Escribir una crónica sobre una prueba es algo que tenía pendiente, así que creo que ha llegado el momento.

Cuando tu programación de la temporada incluye un único triatlón, quieres dar lo mejor de ti, y esta vez no era una excepción. Me habían comentado que este equipo organizaba un buen evento, por lo que no tuve dudas a la hora de elegir la prueba. Una vez fijada la fecha, reconozco que me resultó complicado modificar mi plan de entrenamiento para alcanzar un pico de forma que coincidiera con ese fin de semana, pero creo que lo logré en un grado aceptable.

El día anterior a la prueba fui a inspeccionar el circuito. Antes pasé por la Federación de Triatlón, para informarles de que iba a participar, por si querían hacerme algún homenaje, una fiesta de pijamas o algo. No hubo suerte, pero me cargaron un montón de hierros y conos en el camión que llevaba, que no soy yo de desplazarme en vehículos pequeños. Además,
insistieron en ponerme varios rollos de moqueta, a pesar de que les dije que no me importaba pisar asfalto o arena como el resto de triatletas.

Al llegar a la zona donde iba a estar el área de transición me llevé una sorpresa. Un montón de gente vino hacia el vehículo y por un momento pensé que me habían confundido con Santiago Abascal, porque se decían unos a otros: “Este es el del Vox”.  Nos lo pasamos muy bien, y decidí quedarme un rato con ellos. La fiesta se alargó un poco, e incluso algunos de ellos se quedaron a dormir allí en furgonetas, lo que me recordó mis años jóvenes… aunque creo que no había estupefacientes.

La verdad es que me desperté muy temprano la mañana de la prueba, hacia las 04:30. Me notaba inquieto, porque sabía que podía estar en el grupo  delantero, pero en larga distancia como este triatlón sprint cualquier circunstancia puede dar al traste con la carrera. Soy muy estricto en la alimentación previa a cada competición, así que me tragué las dos napolitanas de jamón york y queso que encontré y una lata de Monster sin azúcar, que no está el tema para ir luciendo lorza. Me eché al bolsillo una barrita de proteínas y unas almendras, que las pájaras no avisan y en distancias como estas pueden estropear las posibilidades de pódium. También pensé en parar en una gasolinera a comprar algo más, pero me acordé que había pegado a la barra de la bici un par de paquetes de fartons para una emergencia.

Me gusta llegar con tiempo, pero creo que me pasé. A la hora que llegué solo había gente por la calle de los que te llaman “tete”. Por lo menos no tuve problemas para aparcar. Como había tiempo, eché una mano a unos chicos que estaban moviendo unas vallas, más que nada para no enfriarme.

La prueba

El mar estaba demasiado movido para mi gusto. Mi depurada técnica de natación no es tan eficaz en zonas de corrientes, así que decidí no nadar. Creo que al final era lo mejor para mi seguridad y la del resto de  participantes. No tengo dudas de que podría haber acabado entre
los mejores. La organización en esta zona fue perfecta, bien señalizada, coordinada y con la salida bien estructurada. No entendí bien lo que decían sobre que la tarde anterior habían lanzado los muertos al agua, pero preferí no preguntar.

El sector ciclista me preocupaba desde el principio. Soy de naturaleza aerodinámica, así que los giros en 180 grados no suelen favorecerme. Son muy conocidas mis dotes como escalador, pero era un circuito plano por lo que pensé que el público no podría disfrutar del espectáculo que iba a dar, por lo que tampoco cogí la bici. Destacar en esta zona la seguridad y la señalización, que redujeron las zonas de riesgo a la mínima expresión. Un gran gran gran trabajo.

Sabía que en el sector de carrera iba a poder mostrar todo mi potencial. Lo había estudiado bien, y puedo afirmar, sin miedo a parecer pedante, que conocía cada cambio de dirección, cada valla, cada cono, cada cinta… Salí desde el principio claramente en cabeza, aunque notaba la presencia del primer grupo que me perseguía cada vez más cerca, por lo que tuve
que pedalear más rápido. Toda la gente me saludaba y me animaba a mi paso, agitando los brazos y gritando, e incluso los policías se ponían en paralelo a mí. Iba dándolo todo, concentrado. En ese momento me di cuenta que me pedían que sacara la bici del circuito de carrera. Había olvidado ponerme la camiseta y la acreditación y pensaban que era un espontáneo. Por lo menos pude disfrutar de un grupo de voluntarios que estaban controlando la carrera y que lo dieron todo. Una de estas personas, Isabel, me dijo que era la suegra de David Carbonell. Traté de animarla diciéndole que su hija había elegido así, pero hay cosas difíciles de superar.

En fin, que no pude cruzar la línea de meta. Es una lástima, porque llegué a tocar el pódium con la punta de los dedos. De hecho, lo empujé hasta la acera cuando terminó la carrera, porque la policía insistía en abrir el paso a los coches y molestaba.

Estos majetes de A Corre-cuita (también lo he visto escrito como A Correcuita, A Corre Cuita, Acorrecuita y alguna otra que se me olvida) me invitaron a paella. A cambio les ayudé a recoger un poco, aunque he de decir que antes de las 10 de la noche ya estaba en casa. En fin, un día de triatlón muy completo.

Al final, creo que no puedo opinar sobre la prueba en sí, más allá del circuito de carrera a pie, por lo que voy a destacar el equipazo humano que hizo posible esto. Es fácil destacar a los responsables, así que me centraré en el personal “de a píe”. Como es difícil nombrar a muchos y esto me está quedando ya un poco largo, elegiré a tres y pediré desde ya disculpas al resto. Makley, trabajador infatigable, Álvaro, omnipresente a pesar de ser de Burgos, y Fondi, brutal en el esfuerzo.

Conclusión

A mi juicio, rotundo éxito. Aun así, es una lástima que no veamos que eventos como este han de servir para fomentar la unión y el sentimiento de pertenencia. Si queremos crecer a nivel organizativo hay que plantear en qué situación estamos y dónde queremos llegar.

Datos técnicos

Me han pedido que incluya una breve ficha técnica: hacía calor y un sol del carajo, así que tengo el pescuezo quemado como el cenicero de un bingo (el que entienda la referencia supongo que ya habrá recibido el mensaje para la vacunación).

Fin
Triatló València – Platja del Cabanyal

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